Empecé con una batea de
mejillones en 1932 y fui a dar a un pazo y a una agencia de negocios. El pazo
me llevó a una taberna-tienda de ultramarinos, y la taberna me llevó a una
conocida bodega que se estableció en el pazo hace casi cuarenta años. Al final
llegué a un ‘carpinteiro de ribeira’ pionero de la mitilicultura, es decir, del
cultivo de mejillones. Y estas vueltas y revueltas me condujeron a un refrán:
zapatero a tus zapatos.
Cuando tiempo atrás, estudiando
la historia de la mitilicultura gallega, me enteré de que en 1932 el Ministerio
de Marina había concedido permiso para instalar un vivero flotante para el cultivo de mejillones enfrente a
la iglesia de Tirán (Moaña) busqué y busqué información para saber si se había
instalado de verdad. Habría sido la llamémosle Batea Primera de Galicia, la
pionera.
Pero no encontré noticias de que
hubiese llegado a existir y despaché el asunto. Me resultaba raro que quien había solicitado el permiso tuviese apellidos hidalgos –Pedro Vázquez de Puga y Pereira, abogado- y que
ningún rastro hubiese quedado de la implicación de D. Pedro en las cosas del
mar. Un proyecto inconcluso, concluí.
Pasaron los años y gracias al
cúmulo de informaciones sobre las pequeñas historias que encontramos en la red,
descubro que sí, que la batea existió, aunque se fue al fondo sin haber llegado
a dar su primera cosecha. En este enlace encontrará el lector un breve reportaje sobre ella. En el mapa de abajo podemos ver
su emplazamiento original.
Ría de Vigo y batea de 1932 en rojo. |
Y aquí otro texto interesante, firmado por Luis Mª Pérez González, quien cita como
fuente las informaciones facilitadas por el socio de Vázquez de Puga en el negocio, Manuel Otero Moratinos, también abogado. Traduzco
del gallego.
“En 1932, Manuel Otero Moratinos,
por entonces Secretario del Juzgado Municipal de Bouzas, viajó a Barcelona para
ver los viveros flotantes de mejillón, comenzó a meditar sobre la posibilidad
de transferir la experiencia a la ría de Vigo. Al llegar a Vigo, junto con su
amigo Pedro Vázquez de Puga y Pereira, estudió el proyecto y decidió solicitar
la autorización a través de la Ayudantía de Marina de Cangas para instalar una
batea en aguas próximas a Tirán.
Se construyó la batea utilizando como
flotador uno de los cajones en que llegaban embalados a Vigo los coches que
enviaba la General Motors, adquirido al Garaje Americano por 300 pesetas. La
batea fue fondeada en el lugar mencionado, quedando a su cargo el vecino de
Tirán, Enrique Juncal Iglesias, más conocido por el apodo de ‘O Caranguexo’.
Este hombre murió a consecuencia de una pulmonía que cogió al tirarse al mar, y
tratar de salvar la batea que se iba al garete por el fuerte temporal que
aconteció el día 2 de febrero de 1933.
La experiencia no fue larga, pero
suficientemente significativa para ser considerada como pionera en el cultivo
de mejillón en Galicia.”
No se conservan fotos de aquel
rudimentario artefacto, pero sí del primer joven bateeiro, Enrique Juncal,
muerto en combate contra un temporal para salvar la batea cuando tenía 24 años.
De modo que dos abogados
residentes en Vigo habían tenido la idea de trasladar a Galicia el sistema de
cultivo en viveros flotantes que llevaba décadas funcionando en Barcelona y
en otros puertos del Mediterráneo. Dos jóvenes licenciados en Derecho, que
tendrían 27-28 años, se animaron a realizar el experimento. Sus familias nada
tenían que ver con los moluscos, la pesca o el marisqueo. Otero Moratinos era
hijo de Manuel Otero Casaús, primero comerciante y después ‘agente de
negocios’. Acá tenemos un anuncio de su empresa.
1931 |
Y Pedro Vázquez de Puga procedía
de una familia hidalga, asentada en Cequeliños (Arbo), a orillas del río Miño, con
antepasados diputados y senadores, que disponía de finca con viñedos y de su
correspondiente pazo, el Pazo da Moreira.
Pazo da Moreira (Arbo), en foto reciente. |
Seguí la historia de este pazo y
fui a parar a Bouzas. Fui a parar justo al año de la Batea Primera, 1932; justo
a cuando Otero Moratinos desempeñaba en la villa marinera el cargo de
secretario del juzgado; y justo a cuando Mariano Peláez Muñoz, natural de
Becerril de Campos (Palencia), montaba en Bouzas un pequeño negocio de
ultramarinos y venta de vinos. Una triple coincidencia de esas que producen
sorpresa.
Bouzas era entonces un importante
núcleo pesquero e industrial, con vapores de pesca, astilleros y fábricas, con
muchos marineros y obreros a los que servir tazas de vino.
Bouzas, 1930 |
Bouzas, 1940 |
Y Bouzas siguió creciendo y dando
vida al bar y comercio de ultramarinos de los Peláez. Acá tenemos un anuncio de
1960.
1960 |
Tras la muerte del fundador en
1966, su hijo Mariano Peláez Lomana decidió introducirse en la elaboración de
vinos embotellados con la marca Marqués de Vizhoja. Había servido muchas
chiquitas y había aprendido mucho de vinos en el negocio familiar. Bueno, pues
le fue bien y empezó a recibir premios.
1970 |
Le fue tan bien que Mariano
Peláez hijo acabó comprando en 1975 el pazo y la finca de los Vázquez de Puga.
El humilde tendero-tabernero ascendió así a reconocido bodeguero con ‘palacio’
propio.
2010 |
Nos falta saber si tras la muerte
prematura de la 'Batea Primera' en 1932 surgieron otras nuevas en Moaña. Y la respuesta
es, claro, afirmativa pero... eso sí, hubo que esperar nada menos que veinte
años, hasta abril de 1953, cuando el moañés José Ferradás Piedras solicitó
autorización para instalar cuatro viveros flotantes de mejillón en Domaio. Los
Ferradás poseían desde principios de siglo un astillero que
construía buques de madera y dominaban, lógicamente, las técnicas de
fabricación de artefactos flotantes. El primer paso imprescindible para
introducirse en el nuevo mundo de las bateas mejilloneras.
1961 |
Otros vecinos de Domaio siguieron
su ejemplo, como Julio Veiga Ferradás también en 1953 o José Rios Palmás en
1954. De modo que una foto aérea de 1956 nos permite divisar creo que doce
bateas fondeadas en la ensenada de Domaio.
1956, bateas en Domaio. |
El negocio mejillonero fue a más, y por eso en un reportaje de 1962 se
destacaba que Domaio era el pueblo marinero de la ría de Vigo con mayor número
de bateas, aproximadamente noventa, que producían cada una en torno a 20
toneladas de mejillones y de insuperable calidad, ‘hasta el extremo de que en
Cataluña solicitan siempre mejillón de Domayo, aún pagándolo más caro.”
1962 |
Bateas, tabernas y pazos. A la
hora de concluir esta historia me vino a la cabeza el conocido refrán de
‘zapatero a tus zapatos’. Bien sabemos que los refranes reflejan el saber de la
experiencia, pero la cuestión es que los refranes provienen de épocas en las que los cambios
eran mínimos, eran lentos, y por esa misma razón sabía más el diablo por viejo que
por diablo. Muchos refranes sólo tienen aplicación local, refranes del estilo ‘Año de
nieves, año de bienes’. Y otros son aparentemente contradictorios: “A quien
madruga, Dios le ayuda” versus “No por mucho madrugar amanece más temprano”.
Pero desde que el cambio tecnológico se ha convertido en el pan nuestro de cada
día, la movilidad entre profesiones se ha multiplicado y lo de ‘zapatero a tus
zapatos’ suena a antiguo. De ahí que hayan surgido un sinfín de predicadores de un mantra que ya resulta pesado, el mantra
del ‘si quieres, puedes’, del que todo es cuestión de esfuerzo y voluntad. El muy norteamericano mantra del emprendedor.
Pues... ni una cosa ni la otra. La
experiencia previa, con ciencia o sin ella, sigue y seguirá contando. Nuestra
historia es buen ejemplo de ello. Dos abogados urbanos frente a carpinteros de
ribera a pie de playa que conocían el mar y dominaban el arte de hacer flotar. No
hay color. Una tradicional familia hidalga con pazo frente al hijo de un
emigrante con años de experiencia sirviendo chiquitas a marineros, obreros y
armadores, que sabía de vinos y sobre todo de los gustos del consumidor. Más de
lo mismo.
Moi interesante. Saúdos
ResponderEliminar