Siguiendo la pista a las Bodegas
Bandeira fui a parar a otra empresa también establecida en Vigo pero de la que tan
sólo conocía el nombre y dos de sus marcas, registradas en 1897: ron La Cubanita y coñac Tamarez.
Por un anuncio de prensa
fechado en 1898 me enteré de que disponía de un segundo centro de operaciones
en la localidad manchega de Miguelturra, pegada a Ciudad Real.
Y por otro anuncio comprobé que
la destilería de Fonseca, Pinto & Cía había tenido una vida muy corta, hasta tal punto que ya en
febrero de 1901 sacaban a subasta cubas, toneles, alambiques, caldera de vapor,
etc, ‘todo casi nuevo’. El anuncio fue publicado en un diario de Jerez de la
Frontera, El Guadalete.
La inauguración de sus instalaciones
casi cuatro años antes había merecido varios reportajes. Uno de ellos llevaba por título ‘Una fábrica de
cognac en Vigo’, abril de 1897.
“(...) La fábrica de los Sres. Fonseca, Pinto y Compañía hállase
situada a dos kilómetros de Vigo, en la bonita playa de Guixar; tiene una excelente orientación, ocupa un área de 2.467
metros cuadrados y dispone de la maquinaria y aparatos siguientes: una máquina
de vapor inexplosible, sistema Field;
un aparato destilador modelo francés, capaz de producir de 15 a 20 hectólitros
por día y de 4 bocoyes de cabida; una máquina de vapor de fuerza motriz de 10
caballos, construida por la notable casa que lleva el nombre de Plenty-Son
Limited; de otra máquina para distribuir el alcohol y el agua, pudiendo
desarrollar un trabajo normal por hora de 8.000 litros; de una bomba para
elevar el Cognac obtenido a 28 magníficos depósitos-cubas de 42 hectólitros de
capacidad y uno de 85 hectólitros, unidos todos ellos entre sí por medio de
tubos; la bomba eleva por hora unos 70 hectólitros de dicha bebida; aparatos
para limpiar cubas y botellas, para encorchar, llenar botellas y ponerles las
cápsulas; y por último cuenta además con 5 grandes filtros para clarificar el
Cognac, operación que se efectúa haciéndole pasar en forma de lluvia por una
copa de finísima pasta de papel blanco colocada entre dos tiras de franela.
Para el reconocimiento minucioso
y concienzudo de los vinos que emplea en la elaboración del Cognac, cuenta la
fábrica con un bien montado gabinete de análisis físico-químico; pues los Sres.
Fonseca, Pinto y Compañía no omiten gasto ni sacrificio alguno en pro de que su
Cognac tenga el mayor grado de pureza y de que su elaboración sea, como
realmente será, de lo más perfecto que se conoce.
Además de Cognac, la fábrica en
cuestión elabora Vermout, Bitter, Roms y Licores.
Tiene, como especialidad de sus
productos, el rom La Burbante que es
por el estilo de La Negrita, pero con sabor más agradable y más natural, y el
Cognac Tres Estrellas que puede
competir muy bien con las acreditadas marcas de Martell y Hennessey. Respecto a
precio resulta más bajo que el de estas marcas; circunstancia que favorece al
público y que éste debe tener muy en cuenta, toda vez que hoy no puede beberse
buen Cognac del extranjero al precio que se expende en atención a que los
gastos por botella ascienden a 2 pesetas proximamente.
A la entrada del edificio
construido al efecto para instalar tan importante industria, encuéntranse dos
grandes almacenes que contienen los depósitos de los cognacs ya fabricados y de
los vinos para la elaboración. Hay en estos almacenes 3 grandes conos con una
capacidad de 130.000 litros.
Todas las máquinas son de lo más
moderno, siendo la única, en la actualidad, que tiene los perfeccionamientos
que esta. La fábrica cuenta con un personal muy limitado debido a las máquinas
que tiene; y los aparatos que posee permiten que los trabajadores puedan con la
mayor facilidad trabajar en ellos.
La dirección técnica de los
trabajos están a cargo de Mr. Casimir Dignan, inteligente profesor francés; y es
gerente de la Casa Fonseca, Pinto y Compañía, el Sr. D. Julio Barbosa, persona
no tan solo ilustrada, sino también de trato afable y distinguido y digno por
estas circunstancias de aprecio de cuantos se honran con su amistad.”
Bueno, ya disponemos de varias
piezas del rompecabezas. Pero faltan otras varias, y bien importantes, para
reconstruir esta historia. La pieza esencial: ¿quiénes eran Fonseca, Pinto y
demás socios de la compañía?. No encontraba manera de dar con los personajes
hasta que buceé en las páginas del Registro Mercantil –una gentileza de mi
estimado colega Jesús Giráldez- y... por fin, ¡pleno al 15!. La intuición que
tenía de que eran portugueses quedó confirmada. Fonseca, Pinto, Barbosa,
apellidos frecuentes en Portugal.
La compañía había sido
constituida por Agostinho da Fonseca Menéres y por Ernesto José de Carbalho en
enero de 1895, con un capital social de 150.000 pesetas. El primero en
representación de la casa Menéres &
Cía, y el segundo en representación de la firma A. Pinto dos Santos Junior & Cía, ambas con sede en Oporto y
ambas dedicadas a la elaboración y venta de vinhos do Porto, entre otros
negocios.
En la última imagen –un ‘espelho
de damas’- comprobamos que la empresa de Antonio Pinto dos Santos fue fundada
en 1872. En los años 1950 pasó a manos de Barros Almeida & Cía. Y ésta, a
su vez, fue adquirida por la firma Sogevinus en 2006, firma controlada desde 1999
por... ni más ni menos que Caixanova, la caja de ahorros viguesa. Después de un
siglo, Pinto dos Santos volvió a Vigo. Y Dios sabe a dónde irá a parar, tal
como está NCG.
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1920s |
Más enjundia tiene la historia de
Menéres. La firma Clemente Menéres &
Cía había sido fundada por Clemente Joaquim da Fonseca Guimarães Menéres
(1843-1916), natural de Vila da Feira –30 kms al sur de Oporto-. Con 15 años
emigró a Rio de Janeiro, donde trabajó en la casa de comercio de un tío suyo.
Tras su retorno a Portugal emprendió negocios comerciales junto a otro socio,
viajó por Europa y en 1874 constituyó C. Menéres & Cía, con sede e
instalaciones en Oporto, pionera en la transformación del corcho y en las
conservas herméticas, y asimismo dedicada a la elaboración y comercialización
de vino, aceite y frutas.
Su primera fábrica de tapones y
planchas de corcho se hallaba en Oporto, en terrenos del antiguo convento de
Monchique, y la de conservas –llamada Companhia Luso-Brasileira- en la cercana
Rúa da Restauração. Para abastecerse de materia prima adquirió alcornocales en
Trás-os-Montes, y al mismo tiempo estableció en Mirandela una nueva fábrica
corchera. En 1876 instala, con dos socios –Santos y Cirne-, una sucursal en Espinho de su
negocio de conservas. De modo que la Luso-Brasileira es considerada
la primera conservera moderna del norte de Portugal. Tras un incendio, la
fábrica de Espinho pasó a manos de Brandão, Gomes & Cª, en 1894.
“Em 1876 foi construída na zona sul de Espinho pela
Sociedade Santos Cirne & Cª uma
fábrica de conservas de peixe e sal, sucursal de uma empresa sedeada no Porto,
que empregava 120 mulheres. Em 1894 os irmãos Alexandre e Henrique Brandão e
Augusto Gomes e José Gomes adquiriram o terreno e a fábrica, entretanto
destruída por um incêndio, depois de terem constituído uma sociedade (...)”
[Gonçalves de Castro, Carla (2005), Morfologia
Urbana Espinhense (1863-1913), Tese Mestrado, Universidade do Porto, pág.
56]
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c.1910 |
Agostinho, uno de los hijos de Clemente, precisamente aquel que en representación de la firma Menéres & Cia había
fundado la destilería de Vigo, fue también promotor de otra empresa conservera,
establecida en Ovar a principios de siglo, de nombre 'A Varina' [La Pescantina]
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c.1903 |
Estamos, en definitiva, ante una dinastía
empresarial del norte de Portugal que, con notable precocidad, dio impulso a la
industria transformadora de productos casi emblemáticos de nuestro país
vecino: corcho, conservas de pescado y vinos.
¿Y cómo he llegado a saber todas
estas cosas de Menéres? Pues por un exhaustivo trabajo de Jorge Fernandes Alves
titulado “De pedras fez terra. Um caso de empreendedorismo e investimento
agrícola no Nordeste Transmontano (Clemente Meneres)”, que puede
descargarse aquí.
De modo que ya hemos conseguido
acoplar otro par de piezas al rompecabezas, pero todavía está incompleto. Nos
faltan la razones del inicio y las causas del final. ¿Por qué dos firmas
portuguesas instalan en Vigo una destilería de coñac y otros licores?; ¿por qué
no lo hicieron en su propio país, en Oporto, por ejemplo?. Y... ¿por qué esa muerte súbita de Fonseca,
Pinto & Cía?.
La explicación del nacimiento de
una destilería de bebidas alcohólicas en la España de 1895 es bien sencilla: en
1892 el gobierno elevó considerablemente los derechos aduaneros a los alcoholes
extranjeros, concediendo así una ventaja notable a los fabricantes nacionales
de champán o coñac frente a los hasta entonces imbatibles
made in France. La industria licorera experimentó un pequeño
boom, tal como nos ha mostrado Juan Pan
Montojo en un trabajo de 2001,
Industrialización y vitivinicultura en España, 1760-1900: una visión de conjunto.
“La aparición de una industria
vinícola estuvo acompañada por la diversificación de sus productos, favorecida
por el nuevo arancel que entró en vigor en 1892 y que prácticamente excluyó a
los minoritarios pero valiosos vinos franceses, a los champanes y a los cognacs
del mercado interior. Industriales de la Rioja y de otros puntos empezaron a
lanzar vinos al mercado que sustituían a los primeros, al tiempo que nacía la
primera industria del cava en Cataluña y que en la comarca gaditana se empezaba
a embotellar el jerez, aunque a la altura de 1907 la nueva fórmula sólo suponía
el 4 % de las exportaciones. La exclusión arancelaria de los alcoholes extranjeros
y la caída de los precios del vino, llevaron a muchas grandes bodegas a retomar
la destilación de vinos, que sirvió de base a una expansiva industria licorera
(brandys, anises, ponches...) muy a menudo vinculada a las propias bodegas.”
[Pan Montojo 2001, pág. 13]
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Valls Junyent (2007, pág. 55) |
Como puede verse en el gráfico, los bajos o nulos derechos arancelarios vigentes entre 1878 y
1892 se correspondieron con el aumento de las
importaciones y las escasísimas ventas de Codorniu, la firma champanera más importante del período. Una vez fijado el arancel en 1,5 pesetas por litro y luego en 2 pesetas, Codorniu llegó a lograr lo antes impensable, a igualar las ventas de sus competidores extranjeros.
Con el coñac debió de haber
sucedido algo parecido. El clásico proceso de ‘sustitución de importaciones’.
Imagino, entonces, que en Portugal no se tomaron medidas proteccionistas del
mismo calado y que las firmas Menéres y Pinto dos Santos decidieron aprovechar
la situación y fabricar en territorio español. Una lógica que sólo tendría
sentido si su propósito fuese vender dentro de España. Me suena raro. Habría que
pesquisar en los archivos para obtener la respuesta.
Tampoco tengo claro cuáles fueron
las causas del infarto que llevó a la tumba a la destilería viguesa. Pudo haber
sido un error de cálculo, que una cuantiosa inversión no hubiese generado los
retornos esperados y decidiesen echar el cierre. Pero si el propósito de los portugueses era hacer dinero colocando coñac y licores en el mercado español, me da la impresión de que no lo iban a tener fácil. Fonseca,
Pinto & Cía se enfrentaban a respetables
competidores. Desde la malagueña Jiménez
y Lamothe –luego Bodegas Larios-,
a la que suele atribuirse la condición de pionera española en la fabricación de
coñac –Brandy 1866-, hasta la veterana jerezana Pedro Domecq.
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1894 |
|
c.1900 |
En un comunicado enviado a la
prensa en 1892, que reproduzco al final, Jiménez y Lamothe explicaban cómo se
habían introducido en la fabricación de coñac. Y podemos comprobar que Fonseca
y Pinto repitieron el modelo de los malagueños y al igual que éstos establecieron ‘sucursal’ en La
Mancha, una importante comarca vitícola, para abastecerse de los vinos destinados a la destilación. Los portugueses en Miguelturra, próxima
a Ciudad Real. Los malagueños en
Manzanares, 60 kilómetros al este, por la misma razón, donde establecieron su segunda destilería.
Queda, pues, el rompecabezas pendiente de resolución. Sigo preguntándome qué pasó por
la cabeza de los Menéres y los Pinto dos Santos para decidirse a montar en Vigo una fábrica de
coñac. Desde el principio me sonó a exótico. La suya fue una de tantas historias de empresas que
mueren al poco de nacer.
COMUNICADO DE LA EMPRESA JIMÉNEZ &
LAMOTHE (Málaga), publicado en un diario gallego en 1893
“Muy Sr. nuestro: el rápido desarrollo que ha
adquirido en España el consumo de nuestros Cognacs conocidos con ventaja bajo
la denominación de Old Brandy, ha dado lugar a marcadas reticencias de algunos
de nuestros competidores, sobre todo cuando se ocupan del grado de vejez de las
calidades superiores que tenemos a la venta. Tan extraña conducta nos obliga a
molestar la atención del público en general, y de V. especialmente, con el fin
de informarle sobre el origen de nuestras grandes existencias de Cognac viejo,
así como de las razones que nos movieron a montar nuestras destilerías, únicas
en su clase hasta hoy en España. (...)
Hacia el año 1878 se estableció
en la región más rica en vinos y más fértil de la Mancha una destilería
dirigida por operarios franceses, que empezaron a producir el aguardiente de
vino puro al estilo de Cognac, siendo de admitir que esta destilación se
obtenía por cuenta de una importante Casa de la Charente, que trataba de
conseguir, con los aromáticos vinos de aquella región, una producción bastante
a contrarrestar las enormes bajas y los crecientes estragos que a la sazón
venía causando la filoxera en aquel Departamento francés.
La casa aludida suspendió al poco
tiempo su marcha industrial, por fallecimiento de uno de sus socios, y parte de
las existencias destiladas quedaron depositadas en el centro productor, hasta
que en 1886 fueron ofrecidas en venta a nuestra Casa Sucursal en Manzanares. En
los años transcurridos desde su destilación, adquirieron estos aguardientes tal
finura y desarrollo tan perfecto que, según opinión de los catadores más renombrados
del mismo Cognac, podían igualar, sino excedían, en suavidad y aroma a los que,
en mejores tiempos, producía la Charente.
Dedicados desde muy jóvenes al
cultivo y cría de vinos y aguardientes, no pudo sernos indiferente un dictamen
tan lisonjero; y guiados por nuestro entusiasmo, compramos a mucha costa la
total existencia referida, y nos trasladamos a Cognac, donde pasamos largas
temporadas estudiando detenidamente la industria extractora del licor que lleva
aquel nombre, con la esperanza de implantar en nuestra España este nuevo
elemento de riqueza.
Cuando ya contamos con bastantes
conocimientos en la materia, comenzamos una larga serie de ensayos prácticos en
gran escala, adquiriendo para ellos un alambique de 10 hectolitros de cabida
del perfecto sistema charentais,
construido por el célebre ingeniero de Cognac Mr. Maresté, con cuyo aparato
hemos obtenido desde hace tiempo finísimos productos que, en unión de la gran
existencia que teníamos comprada con anterioridad, han venido a formar el
considerable stock de Cognac añejo que ofrecemos con orgullo a nuestra
clientela (...)
En vista del éxito conseguido por
nuestros experimentos y del ancho campo que el fomento de esta industria nos
ofrecía, no omitimos sacrificio alguno y nos decidimos a construir las dos
grandes Destilerías modelo que poseemos en Málaga y Manzanares, las cuales, por
la perfecta precisión de sus aparatos, nos permiten ofrecer al mercado, sobre
las existencias añejas con que ya contábamos, según hemos dicho anteriormente,
una producción diaria de 100 hectólitros de aguardiente puro de vino elaborado
por el sistema Charentais, o sea, a estilo de Cognac, cuya calidad compite
ventajosamente, no ya con los productos similares del país, sino con las más
afamadas marcas francesas, desterradas hoy del consumo en España, merced a la
diferencia de nuestros precios y a la notable pureza de nuestros caldos. (...)
Jiménez & Lamothe, Málaga y
julio de 1892.”