18 de marzo de 2014

‘Reyes del agro' en Argentina (4): Juan Fuentes



En una entrada anterior he tratado de aclarar como una minoría de emigrantes gallegos llegaron a convertirse en ‘reyes’ del agro en Argentina. En este cuarto capítulo toca contar la historia de Juan Fuentes Echevarría, el ‘rey del maíz’, y de paso conoceremos la de otro emigrante afortunado, José Félix Soage.

He encontrado varias versiones breves de la biografía de Juan Fuentes, el ‘rey del maíz’. Acá tenemos la publicada por un diario gallego en 1955:

En 1852 nacía en Caldas un niño que fue bautizado en la antigua Iglesia de Santo Tomás, con el nombre de Juan. En la tierra de sus mayores se fue haciendo mayor y creciendo, mientras jugaba con chicos de su edad (...) A los 14 años, siendo todavía un niño, y en la época en que los cuidados de sus padres se harían más necesarios, partió como muchos otros para Buenos Aires, de la cual había oído mil comentarios a sus familiares, y cuando aquella tierra se estaba formando.
La despedida fue emocionante, y todo Caldas despidió al muchachito, que cruzaría el Atlántico para trabajar y lograr fortuna (...) La travesía duró 14 días en un velero de los que hacían en 1868 la línea con el Plata, desembarcando en el puerto de Buenos Aires, donde lo esperaba su hermano que había emigrado con anterioridad. El primer empleo fue el de peón en un saladero de Entre Ríos en el que duró dos años. Después de lavador de copas en un Hotel de Rosario, para el que trabajó con entusiasmo cinco años, al cabo de los cuales y con lo que había ahorrado, se hizo empresario de transportes, con una diligencia entre Rosario y San Nicolás.
Su contacto con hombres de campo, capataces, propietarios, etc. le sirvieron para aprender mucho, y se fue también metiendo en sus secretos y trabajos poco a poco, hasta llegar a ser un importantísimo ganadero y agricultor, de ahí la denominación de Rey del Maíz por las extensiones e importancia de sus cultivos. Fue el iniciador y principal promotor de importantes sociedades agrícolas-ganaderas, una de las cuales –la denominada ‘Juan Fuentes’- contaba con más de 10 establecimientos, con la que consiguió una opulenta situación económica, lograda por su talento, honestidad y trabajo (...)

Esta otra minibiografía procede de la crónica de su fallecimiento, en 1934, publicada por el diario El Litoral (Santa Fe):

FALLECIO ESTA MAÑANA DON JUAN FUENTES
Esta mañana a la edad de 82 años ha fallecido el fuerte colonizador Don Juan Fuentes. Nacido en España llegó al país a la edad de 14 años y al desembarcar en Buenos Aires toda su fortuna consistía en la suma de 20 centavos que invirtió en ciruelas. Permaneció allí algunos años ejerciendo oficios modestos hasta que hace 63 vino a radicarse en Rosario, empezando como lavaplatos en la fonda que había entonces en la esquina de San Lorenzo y San Martín. Luego se dedicó a conductor de diligencias y sus ahorros los invirtió en la compra de tierras. Don Juan Fuentes que llegó al país con 20 centavos, se convirtió a través de los años en el mayor productor de maíz de la provincia de Santa Fe en campos propios, aparte de ser una de las grandes fortunas de la provincia.”

Como puede apreciarse, en ella se nos aclara que Fuentes era “el mayor productor de maíz de la provincia de Santa Fe en campos propios”. Bueno, ahora ya sabemos que su reino del maíz quizá no abarcase toda la Argentina. Aunque alguno, que bien podría haber sido de Bilbao, se aventuró a proclamar que el caldense reinaba en el mundo entero. La afirmación procedía del más veterano emigrante español en Rosario, llamado Sebastián Gana, en una entrevista realizada poco antes de la muerte de Juan Fuentes.

1934
80.000 toneladas de maíz, nos dice dubitativo. Ochenta mil toneladas. La verdad es que no tengo claro que este volumen de producción fuese suficiente como para ser coronado rey de Santa Fe o rey de Argentina. Es cierto que la cifra impresiona si la comparamos con la cosecha gallega de maíz, que en 1930 rondaba las 350.000 toneladas. Pero no tanto cuando atendemos a la cosecha total argentina que, según las estadísticas, ascendió a 8,6 millones de toneladas anuales en el quinquenio 1930-1934.

Fuese como fuese, está claro que llegó a ser un gran hacendado –con 45.000 hectáreas, según algunas fuentes- y que su especialidad fue el maíz. ¿Y por qué este cereal americano llegó a ser tan importante en el agro argentino?

Vamos a verlo. Cuando falleció Juan Fuentes, en 1934, Argentina era el segundo productor mundial tras los Estados Unidos y, desde luego, el mayor exportador. Una posición que había ido conquistando desde principios de siglo. En el siguiente gráfico, elaborado a partir de Mitchell (International Historical Statistics. The Americas 1750-1993), pueden apreciarse tanto la expansión de la producción de maíz en Argentina como su notable orientación exportadora. Si sumamos la cosecha de los 23 años que abarca la serie del gráfico resulta un total de 101,3 millones de toneladas, de las cuales 50,9 millones –algo más de la mitad- correspondieron a ventas al exterior.

Argentina 1898-1920. Producción y exportaciones de maíz

¿Y cuáles eran los principales mercados de dicho maíz? La respuesta es bien fácil: las ventas se dirigían a los países más industrializados a excepción, claro está, de Estados Unidos. Gran Bretaña era con gran diferencia el principal cliente. ¿Y para qué querían los europeos tanto maíz?; ¿para elaborar pan? Nada de eso. Puede que así sucediese en las regiones más pobres y habituadas a su particular sabor de la Europa sur, pero su uso primordial era la alimentación animal. Ningún británico comía ‘pan de millo’.

También Galicia importaba maíz argentino pese a ser una de las regiones españolas más maiceras, y por el mismo motivo: para alimentar el ganado destinado a satisfacer la demanda creciente de carne y productos lácteos. Supongo que en Argentina, con tantos gallegos, asturianos e italianos, se emplearía en la cocina una pequeña parte de su enorme cosecha de maíz, pero el rey de los cereales para elaborar pan, pizza, pasta, etc. era sin duda el trigo.

Así que resulta muy probable que los campos de Juan Fuentes surtiesen de maíz a sus propios paisanos gallegos, atravesando el Atlántico, recorriendo los 10.000 kilómetros que hay desde Buenos Aires. La abundancia relativa de tierra y mano de obra a ambos lados del Atlántico determinaba los flujos: Galicia era excedentaria en hombres y deficitaria en tierras de cultivo y forrajes; en Argentina pasaba al revés, mucha tierra por habitante. Juan Fuentes fue uno de los que equilibró la balanza.

El palacio que erigió en Rosario entre 1922 y 1927, cuando ya había cumplido 70 años, sigue siendo uno de los edificios históricos notables de la ciudad. Aquí una amplia colección de fotos del mismo.

Palacio Fuentes (Rosario), foto reciente
Rematado el palacio, Juan Fuentes tomó la decisión de echar una mano a sus paisanos de Caldas y financió la construcción de una Plaza de Abastos. En una breve noticia de mayo de 1929 se decía:

Un gallego natural de Caldas de Reyes, conocido en la Argentina por el ‘Rey del maíz’, llamado Juan Fuentes Echevarría, que hace 62 años que reside en Rosario de Santa Fe y posee un centenar de millones de pesos, regala a su villa natal una plaza de abastos, para lo cual ha remitido la cantidad de 115.000 pesetas.”

La Plaza fue inaugurada el 12 de octubre de 1930. Acá un par de fotos del interior y exterior de la misma.

Plaza de Abastos de Caldas, años 1930
Por simple casualidad, resulta que en el mismo año se inauguraba la Plaza de Abastos de Cangas do Morrazo. Y ¿quién había aportado las 200.000 pesetas necesarias para su construcción? Pues... otro emigrante  que hizo fortuna en Argentina, José Félix Soage Villarino (1844-1924), quien desembarcó en Buenos Aires con 14 años y fue acogido por varios parientes residentes en las poblaciones costeras de Necochea y San Clemente de Tuyú.

Acá ofrezco un resumen de su biografía, traduciendo el texto en gallego escrito por Lois Pérez Leira para la Enciclopedia da Emigración Galega.

El joven Soage se emplea en un almacén de ramos generales que poseían sus familiares José Manuel Soage y José F. Villariño. Los clientes de su negocio fueron los típicos gauchos argentinos que se proveían de comestibles y utensilios para sus trabajos de campo. Pasaron nueve años hasta que su pariente Juan C. Martínez lo coloca de gerente de los diversos negocios que éste tenía en su pueblo. Durante trece años que duró este empleo logró unos buenos ahorros con los que, junto a un préstamo bancario, pudo comprar en enero de 1880 una fracción de tierra de 16.000 hectáreas, equivalentes a la extensión de su concejo natal. Las tierras compradas se hallaban en la zona de Casares, dentro de la Provincia de Buenos Aires.
Al poco tiempo, Soage contaba con 20.000 cabezas de ganado ovino. El joven estanciero, sin embargo, soportará uno de los momentos más amargos de su vida, debido a una gran inundación que casi lo deja sin ganado. Su tesón y resistencia hicieron que Soage realizase las obras necesarias para evitar futuras inundaciones que le pudiesen hacer perder toda la inversión. Así describía su personalidad la revista argentina ‘El Hogar’: Con paciencia de hormiga cumple allí una tarea que después atraerá la atención de los entendidos: abre canales, tiende una compleja red de desagües, levanta a brazo los niveles escurridizos con el lodo que saca de los bajos, y realiza esta ímproba labor de topo él mismo, y de sol a sol (...) Al fin pudo domar la adversidad, la lluvia es ahora una bendición para los campos, el agua fluye por las obras, alimenta los lugares más secos y nutre los campos de alfalfa y pastos tiernos que surgen gracias a los abrevaderos. Así ve José retornar la riqueza con el fácil engorde de sus animales y extenderse las cándidas majadas en sus 16.000 hectáreas (...). Durante 20 años, Soage se dedica de lleno a las actividades agropecuarias. En 1904 se trasladó a Buenos Aires, comprando una finca en la calle Uruguay 1602 (...).
[Soage] alza en Cangas un hermoso edificio, dotado de cámaras frigoríficas y amplio espacio para la salazón del pescado, además de un mercado de abastos donde las viejecitas vuelven a lanzar sus pregones (...) y tendrá también activa participación en otras obras benéficas, como costear la construcción de una escuela o la reconstrucción de la iglesia parroquial, a la que además donó un órgano. [Añado: también la traída de agua potable]
También realizó obras benéficas en Argentina, entre las que destacan la creación de una sala de primeros auxilios en Daireaux, el lugar donde hace su fortuna. Destina 200.000 pesos a levantar un pabellón hospitalario en la ciudad de Temperley. Realiza la primera donación registrada en el Hospital Español de Buenos Aires. Funda bibliotecas de barrio. Ayuda en forma constante a la Sociedad de las Hermanas de Desamparados, al Patronato de la Infancia, al Patronato Español, a la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Buenos Aires. Todas las navidades, Soage recorría los hospitales infantiles para repartir juguetes, ropa y golosinas. En 1919 dona 25.000 pesos a la Sociedad Española de Socorros Mutuos, que lo nombra socio honorario por tal acción.”

Abajo muestro una fotografía de la alameda de Cangas con el mercado de abastos al fondo, y otra con la estatua levantada en honor a Soage Villarino al poco de su muerte en 1924.

Mercado de abastos de Cangas, al fondo. Años 1930
Estatua de José Félix Soage en Cangas, inaugurada en 1925

Señalemos, por último, que un pariente de José Félix Soage Villarino es reconocido por haber cedido parte de sus tierras para uso público en la localidad de Zavalla, cerca de Rosario. Terrenos que hoy constituyen el Parque Villarino y en los que se emplaza la sede de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Rosario.

Me va a resultar difícil explicar quién fue el donante: fue José Víctor Villarino, hijo de José Félix Villarino –queda claro que les gustaba el nombre-, un hermano de Joaquina Villarino quien a su vez era la esposa de Benigno Soage Villarino, hermano de nuestro personaje de Cangas, el de la estatua. Vamos a ver, el donante era... sobrino de la mujer de un hermano del Soage que costeó el Mercado, pero también podía haber sido pariente más directo, porque intuyo que José Félix Villarino era a su vez primo de José Félix Soage Villarino. Queda claro, pues, que no me aclaro porque me faltan datos para resolver el embrollo de parentescos.

Abajo podemos ver una placa colocada en recuerdo de los Villarino y en agradecimiento por su donación.


Dos historias casi paralelas de emigrantes procedentes de la Galicia campesina de tantas leiras diminutas, de tantos pequeños cultivadores, de tantos pequeños propietarios, que cruzaron el Atlántico sin imaginar –imagino- que llegarían a ser dueños de tanta tierra. O tal vez sí.

'Reyes del agro' en Argentina (3): Casimiro Gómez



Tras un capítulo introductorio sobre el tema, corresponde ahora hablar de otro de los ‘reyes’ del agro en Argentina, de Casimiro Gómez Cobas, el rey del cuero. ¿Cómo llegó a convertirse en gran hacendado territorial, con varias estancias que sumaban 100.000 hectáreas? Pues del mismo modo que los demás personajes de esta historia: aprovechando la salida al mercado de tierras bajo dominio público en regiones poco explotadas hasta aquel momento y también, por supuesto, realizando compras a propietarios particulares.

El estudio más detallado sobre la vida y negocios de nuestro protagonista corresponde, sin duda, al publicado por Graciela Blanco en el libro Empresarios de Galicia [Vol. 2, págs. 282-303, Fundación Caixa Galicia, 2009].


Aquí una breve biografía del personaje. Al final de esta entrada colocaré, para el lector interesado, un reportaje publicado en 1898.

Natural de la parroquia de Viascón (Cotobade) y de origen humilde, Casimiro comenzó su aventura americana en 1867, con 13 años. Después de unos años en Montevideo arribó a Buenos Aires, donde se empleó como mozo en una talabartería, en un taller dedicado a la fabricación de cinturones, correajes y otros productos de cuero. Tras casarse con la hija del dueño –Dolores Palmés- en 1875 se convirtió en el propietario y director del negocio, y al cabo de un tiempo estableció una fábrica de curtidos para abastecer de cuero al taller de talabartería. Acá tenemos sendas fotos de la casa central en la calle Irigoyen y de la curtiduría en el Parque de los Patricios –zona de mataderos-, ambas en Buenos Aires. Creo que son de los años 1890.

Talabartería La Nacional, de Casimiro Gómez

Casimiro Gómez, fábrica de curtidos

Entre sus mejores clientes estaban el ejército y la policía, que demandaban todo tipo de manufacturas y equipos de cuero, tanto para su personal como para sus caballos y sus mulas. Las monturas para animales de silla, de tiro o de carga tenían mucha salida, en aquella época sin automóviles ni tractores. Abajo ofrezco varias fotos obtenidas de internet, de páginas de venta de objetos antiguos. Una silla de montar para caballos de hípica y una albarda, fabricadas por los sucesores de Casimiro Gómez; y una chapa de las que colocaba en sus monturas.




El siguiente paso de Casimiro fue la adquisición de tierras para criar ganado vacuno y abastecerse por sí mismo de pieles. Es un ejemplo clásico de lo que en economía se denomina integración vertical hacia atrás o aguas arriba: un fabricante y comercializador de productos terminados de cuero se introduce primero en la elaboración de pieles curtidas y luego en la crianza del ganado del que obtener dichas pieles. De industrial a ganadero.

La demanda al alza de sus productos de piel por parte de un ejército inmerso en la ‘conquista del desierto’ y la salida al mercado de millones de hectáreas de tierras dieron a Casimiro la oportunidad de convertirse en gran propietario y estanciero en los años 1880 y 1890. Es lo que nos explica Graciela Blanco (2009, págs. 293-294):

El avance militar sobre las fronteras internas al comenzar la década de 1880 libró de la presencia indígena la zona del Chaco al norte; el sur de las provincias de Córdoba, San Luis y Mendoza; y los territorios patagónicos en el sur argentino. Se consolidó así la soberanía del Estado central sobre esos espacios. Puso asimismo bajo dominio fiscal [del Estado] millones de hectáreas potencialmente productivas, que en pocos años fueron privatizadas (...) Sin duda, a extensa red de relaciones que Casimiro Gómez había construido en los múltiples espacios en los que actuó –especialmente el Estado, del que era proveedor- le permitieron, igual que a muchos otros financieros, comerciantes, ganaderos, industriales y funcionarios públicos, contar con la información –y seguramente el crédito- para aprovechar las oportunidades que ofrecía la disponibilidad de tierras en manos del Estado nacional.

Sus estancias, que sumaban en torno a 100.000 hectáreas, se dedicaban básicamente “a la cría de ganado vacuno para proveer la curtiduría y comercializar la carne, actividad que se complementaba con el cultivo sobre todo de alfalfa para la alimentación de los animales y, en menor medida, trigo, lino y maíz. La importante aptitud ganadera de esas tierras –dentro de lo que constituye la Pampa Húmeda- y su localización en las proximidades de líneas férreas que facilitaban la comunicación con la capital del país en la que estaban radicadas la talabartería y la fábrica de curtidos, así como el mercado central para la comercialización de carne vacuna, resultaban sin duda factores estratégicos para el desarrollo del negocio.

De tal modo que la firma de Casimiro Gómez llegó a convertirse en la más importante del rubro de los cueros en la Argentina. Aunque en el anuncio siguiente afirmaba ser la primera de Sudamérica.

1910
1919

Lo peculiar de este ‘rey del agro y del cuero’, si lo comparamos con los demás ‘reyes’, estriba en que Casimiro Gómez retornó a su Galicia natal e invirtió parte de su capital en instalaciones productivas. Por supuesto, ni estableció una curtiduría, ni una talabartería, ni compró tierras para criar ganado. Sabía perfectamente que su modelo de negocio en Argentina era imposible trasladarlo a Galicia. Pero sí adquirió una extensa finca próxima a la ciudad de Pontevedra, en Monteporreiro, y en ella estableció una granja avícola y ganadera orientada a la difusión técnica y a la mejora de las razas, así como un balneario y una embotelladora de agua mineral, Aguas del Lérez.

En esta entrada dispone el lector de más información sobre su biografía y sus actividades en Galicia, donde poseía una residencia construida en la misma quinta de Monteporreiro a la que bautizó ‘Villa Buenos Aires’.

'Villa Buenos Aires', en la quinta de Monteporreiro

Retrato de Casimiro Gómez, años 1920, imagino

Y ya, por último, reproduzco abajo un elogioso reportaje publicado en 1898 sobre la vida y negocios del indiano de Monteporreiro, fallecido en Vigo justo después de nuestra Guerra Civil.