19 de julio de 2011

Leches en lucha (2)

En el capítulo anterior vimos la historia del comercio de la leche en Galicia en las primeras décadas del siglo XX, cuando las lecheras dominaban el escenario y empezaron a surgir lecherías urbanas y pequeñas instalaciones de pasteurización. Iniciativas modestas y novedosas que se enfrentaban a obstáculos difíciles de sortear, agravados por la Guerra Civil española (1936-39) y las penurias de la postguerra.

Cómo es fácil imaginar, la guerra no fue una buena etapa para las ventas de leche líquida con destino a la alimentación. En las guerras los alimentos perecederos ocupan un lugar marginal, y más todavía si hablamos de líquidos como la leche que es casi agua: un 95 % o más. Hacen falta alimentos que concentren muchos elementos nutritivos por kilo y que sean fáciles de conservar y transportar. Las conservas y salazones de pescado gallegas multiplicaron sus ventas durante la guerra, y también tuvieron gran demanda los cereales, las patatas, las habas, las castañas o las carnes. Pero la leche, tal cual, líquida ... no, claro. No tiene sentido cargar vagones y camiones para el frente bélico o hacia las ciudades con ... casi agua.

Así que los campesinos destinaron la leche de sus vacas al consumo familiar, a alimentar terneros –demandados por su carne-, y a fabricar mantequilla y quesos. Y siguieron vendiéndola a los clientes de villas y ciudades gallegas por medio de las lecheras, y a las escasas industrias transformadoras.

Tanto era así que la factoría láctea que Nestlé empezó a construir en 1938 en Pontecesures, inaugurada en noviembre de 1939, se dedicó a la elaboración de leche condensada. Su marca, La Lechera, se anunciaba en 1935 afirmando que la leche condensada “ofrece las máximas garantías de seguridad para la frágil salud de los niños. Las leches pasteurizadas a más de 60 grados son leches quemadas, que si bien carecen de elementos microbianos, han perdido también sus principios vitales y propiedades alimenticias”. Otro lance de la lucha de leches.

1935

El fin de la Guerra Civil no mejoró las cosas para el negocio lechero. La producción láctea disminuyó durante los años 1940. Las vacas habían trabajado duramente arando los campos y en el transporte de mercancías por falta de medios mecánicos y de combustible. Los labradores tuvieron que dedicar todos sus esfuerzos a obtener alimentos para el consumo humano y escasearon los forrajes. Dar hierba a las vacas para conseguir leche o carne tiene su sentido porque no pueden comerla los humanos. Pero cuando faltan los alimentos básicos hay que mirar muy bien a qué se dedican las tierras y sus productos. El maíz era muy usado para la alimentación del ganado, pero también servía para hacer pan, de modo que los animales tuvieron  que apretarse el cinturón. Y tampoco era fácil importar maíz o piensos, por la 2ª Guerra Mundial (1939-45) y por la falta de divisas.

La escasez de forrajes, que se arrastraba desde 1937, era destacada por un buen conocedor del sector ganadero, Enrique Santos Bugallo, en un artículo de 1943.

1943


Seis años después, en abril de 1949, la Unión Territorial de Cooperativas (UTECO) de A Coruña señalaba con alarma: “La falta de piensos es casi absoluta. La provincia no los produce. Esta temporada se está repartiendo pulpa de remolacha en bastante cantidad. Es lo único. No se ha recibido en todo el año ni un solo kilo de avena o cebada. Respecto del salvado, en once meses se han repartido ¡25 vagones!, cantidad que no alcanza a satisfacer las necesidades del ganado de una parroquia de la provincia. Lo sabe la Delegación Provincial de Abastecimientos y se decide a tomar cartas en el asunto”.
 
En octubre de ese mismo año, un reportaje sobre el desabastecimiento de carne afirmaba que “Con el precio que tienen hoy día los piensos –que se tienen que buscar en su casi totalidad en el mercado negro- no resulta económico alimentar el ganado vacuno.

Tardaron mucho en mejorar tanto el suministro forrajero como la propia cabaña vacuna –mal alimentada y en malas condiciones sanitarias-, los servicios de transporte o el poder adquisitivo de la población. Todo ello sumado frenaba la oferta de leche y su consumo. Las contadas empresas lácteas que operaron en Galicia en los años 1940 y 1950 se dedicaron a la novedosa leche condensada y a los tradicionales quesos y mantequilla. La excepción a la regla fue Granja Arjeriz, que estableció un pequeño establecimiento de pasteurización en Vigo en 1950, anticipándose a lo que estaba por llegar. 


 


1950

Arxeriz es un pequeño lugar del municipio de O Saviñao, al suroeste de la provincia de Lugo, muy próximo a la confluencia entre los ríos Miño y Sil, y ocupa un lugar meritorio en la historia del sector lácteo gallego porque allí surgió la saga de empresarios fundadores de la propia Arjeriz y de LARSA (Lacto Agrícola Rodríguez SA), los hermanos Rodríguez López. Un tío suyo, el doctor José López Suárez, adquirió en 1916 un pazo que había pertenecido a la casa de Alba, y fue allí donde se dedicaron a partir de los años 1930 a la producción de mantequillas y quesos bajo el nombre de Granja Arjeriz. Para dar salida a sus productos establecieron una tienda en Vigo (Mantequerías Arjeriz): Vigo había crecido mucho, era un buen mercado y desde la estación de Monforte –a 15 kms de Arxeriz- los productos podían llegar con facilidad por vía férrea.

Procedente de www.sotodefion.org
Los Rodríguez López desplegaron una gran actividad en los años 1940. Trasladaron la fabricación a Chantada, después fabricaron en Vigo como ya vimos, y luego en Vilagarcía. Operaron con dos firmas: Larsa, constituida como sociedad anónima en 1947, y Granja Arjeriz SA en 1951, ambas con domicilio en Madrid. Se colocaron así en un buen puesto de salida para ampliar sus negocios en los años 1950.

1947

En 1953 un anuncio en la prensa de Madrid nos permite comprobar que Larsa ya contaba con tres centros de producción en Chantada, Vigo y Vilagarcía y que se esfuerza en promocionar en el mercado de la capital sus quesos, de marcas Trébol y Hórreo.


1953

Era una época en la que los españoles necesitaban calorías: los productos light todavía tardarían largos años en ocupar tanto espacio en los supermercados. Y era casi imposible enviar leche líquida desde Galicia al mercado madrileño, por las dificultades de transporte. Un negocio reservado a otras firmas mejor comunicadas con la capital española, ubicadas en sierras próximas a ella o en Cantabria.

Una de ellas, la Granja Poch de La Penilla (Cantabria), hacía décadas que comercializaba su leche pasteurizada en Madrid, y ... ojo, cómo estaría el estado sanitario del ganado que en un anuncio de 1950 especificaba que estaba ‘exenta de tuberculosis’.

1950

La clave para el despegue de la leche pasteurizada estuvo, como en otros países, en la aprobación de medidas legales que obligaron a consumirla, siempre con argumentos de tipo sanitario. En España esto sucedió en 1952, cuando se promulgó una ley que obligaba al consumo de leche pasteurizada o higienizada en las poblaciones con más de 25.000 habitantes. Una medida que no afectaba a muchos gallegos, puesto que por entonces sólo existían 7 ciudades que cumpliesen el requisito, y que amenazaba con dar un duro golpe a las lecheras y ... a las lecherías.

Sin embargo, los efectos prácticos de la ley se demoraron bastante. Se convocaron concursos para aquellas empresas dispuestas a establecer centrales lecheras con el privilegio exclusivo de abastecer a una ciudad determinada y su entorno. En Galicia la primera concesión fue conseguida precisamente por Larsa en febrero de 1957 para el abastecimiento de Vigo. La siguiente concesión la recibió la UTECO (Unión Territorial de Cooperativas del Campo) de A Coruña en junio de 1957, pocos meses después de la otorgada a Larsa. La central lechera coruñesa adoptaría como marca LEYMA (Leche y Mantequilla). He aquí una noticia sobre el proyecto, de 1956.

1956

Como vemos se afirma que “Tienen que desaparecer las tradicionales lecheras”, un asunto que aclaraba el delegado provincial de Sindicatos en entrevista adjunta:

-- ¿Y qué pasará con las lecheras e industriales que se dedican a la venta de este producto?.
-- Los industriales que actualmente posean establecimientos dedicados a la venta de leche, deberán adaptarlos a las normas vigentes, es decir, deben ser decentes, con pavimentos lisos y de fácil limpieza, techos y paredes lisas y lavables, de color claro, y cámara frigorífica o nevera para la conservación de la leche. En cuanto a las lecheras, bien claro lo dice el artículo 26 del Decreto de la Presidencia del 18 de abril de 1952, así como el Reglamento de las Centrales Lecheras cuyo texto es el siguiente: ‘Queda prohibida la venta de leche de vaca a granel en todas las poblaciones donde se disponga la obligatoriedad de higienizar la leche’, por lo tanto es indudable que este tipo de comercio tiene que desaparecer en aras de la higiene y del progreso. Ahora bien, la Central Lechera que actúa como un filtro sanitario para la centralización y selección de toda la leche destinada al consumo, comprará dentro de las normas exigidas, toda la leche que le presenten, por lo cual el perjuicio que se les pudiera causar desaparece, evitándole inclusive la incomodidad del reparto a domicilio que vienen efectuando hasta ahora.

Pero, como ya comenté, las cosas fueron despacio. La central coruñesa empezó a vender su leche pasteurizada en 1962 y la viguesa lo hizo a finales de 1963.

1963

Traer la leche a la central desde los muy dispersos ganaderos del entorno fue un problema, pero también poner en el mercado la leche higienizada desplazando a lecheras y lecherías. Desde el principio sufrieron el boicot llevado a cabo por las lecherías ya establecidas, que se negaban o ponían reparos a vender la leche de las centrales. Leyma tuvo que publicar en 1963 los siguientes anuncios:


1963

También tuvo que esforzarse Leyma en convencer a los consumidores de la superioridad de su leche pasteurizada. Y recurrió al procedimiento clásico: atacar a la leche cruda que la gente hervía para acabar con los microbios y para hacerla más duradera. “Leche hervida, leche sin vitaminas”. O bien: “Señora: no se deje engañar por su abastecedor de leche cruda. Solamente existe una leche de garantía: Leche Leyma. Lo demás es jugar con la salud.”

1962
1963

La campaña publicitaria incluyó asimismo afirmaciones enigmáticas. “Señor, señora: Tres cosas hay en La Coruña que ya son tradicionales: el Obelisco, la Torre y LECHE PASTERIZADA”. El Obelisco se inauguró en 1895, la leche pasteurizada ... no es que fuese muy tradicional, como ya vimos, pero la Torre de Hércules es un faro romano ... del siglo II. Un mix algo rarillo.

1963

Otro minianuncio, de 1964, recurre al truco del desconcierto: “Leyma. Es más barata porque es leche”. Ahí queda eso.

1964

En Vigo, un reportaje de 1965 anunciaba el próximo fin de las lecheras al tiempo que recalcaba que ya habían venido perdiendo posiciones en los años precedentes, supongo que a causa de las ventas crecientes de leche pasteurizada de Arjeriz y luego ya, por supuesto, de la moderna central de Larsa, pegada al estadio de Balaídos.

1965

Al año siguiente, 1966, Larsa anunciaba que por disposición del Ayuntamiento quedaba prohibida la venta de leche no higienizada, y se ponía “a disposición de todos los establecimientos de venta de leche, así como de las entidades benéficas y sanitarias, colegios y residencias, hoteles, restaurantes y bares, para el suministro de leche pasterizada.” . 


Lo dicho hasta aquí para las dos principales ciudades gallegas, Vigo y A Coruña, acabaría pasando años después en las demás. En agosto de 1970 se inaugura la central lechera de Ourense, erigida por la UTECO provincial -promotora también de Coren-, en San Ciprián das Viñas.

1970

Al año siguiente, 1971, inicia la producción la central de Lugo, promovida por Complesa (Complejo de Industrias Lácteas de Lugo SA) y ubicada en Nadela. Al igual que en los otros casos, su apertura llevaba aparejaba la prohibición de la venta de leche a granel.

1971

También es en 1971 cuando comienza Feiraco (Cooperativa Forrajera de Negreira) a comercializar leche pasteurizada y productos lácteos. Pocos años antes habían empezado a emplearse los envases de Tetrapak. La primera firma gallega en hacerlo, y una de las primeras de España, fue Larsa.

1965

De modo que la leche cruda y las lecheras acabaron quedando confinadas a aquellas poblaciones no incluidas en el ámbito exclusivo de suministro de las Centrales Lecheras, es decir, a la Galicia rural. Algunas lecheras seguían desplazándose en caballerías.

1977
Otras, donde las distancias eran cortas y los caminos estaban en mejores condiciones, se habían pasado a los carritos con ruedas de caucho.

1964

¿Fue éste el final de la lucha de leches?. En absoluto. Vinieron nuevas luchas. Ya desde 1966, en el momento álgido de apertura de centrales pasteurizadoras, la prensa empezó a hablar de la “guerra de la leche”, un conflicto que se repetirá en años sucesivos y será muy ruidoso a principios de los años 1970.

Era una guerra de distinta naturaleza a la que he venido relatando. Era la protesta de los ganaderos contra el bajo precio de su producto, resultado de un exceso de oferta respecto a la demanda y de un modelo de organización del sector con precios regulados por el Estado y que no dejaba otra salida a los productores de leche que venderla a unas centrales casi monopolistas. Un nuevo tipo de problema ante el que algunos echaron de menos los no muy viejos tiempos de las lecheras cuando la Central se negaba a recogerles la leche.

1972

La causa de este tipo de situaciones residía, para otros, en lo mal regulado que estaba el sector. Es lo que sostenía Augusto Assía –Felipe Fernández Armesto-, importante ganadero además de escritor, en un artículo de 1974 que llevaba por título “El comercio de la leche, uno de los grandes enigmas económicos”. 

1974
Vino después el lío de las famosas cuotas lácteas –cupos máximos de producción por ganadero-, tras la entrada de España en la Comunidad Económica Europea en 1986. Y en los últimos años, casi cuatro décadas después del artículo de Assía, las leches siguen en lucha por la cuestión de los precios, con la leche blanca –de marca blanca- en el centro del huracán de un conflicto que enfrenta a ganaderos, industrias y grandes cadenas de distribución alimentaria. Las lecheras hace ya tiempo que son un recuerdo.

2 comentarios:

  1. Os dous artigos sobre o leite son moi interesantes. Parabéns.
    Diego Conde
    http://hisvega.blogspot.com/

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  2. Gracias, Diego. Xa teño entrado na vosa web e tamén atopei cousas moi interesantes. Rof Codina era un crack. Saúdos.

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