El texto que presento a continuación lo encontré buscando información sobre los quesos de San Simón, y no pude ver el nombre de su autor hasta que pasé de la primera columna a la segunda. Sabía, eso sí, que era algo escrito en 1913. A medida que iba leyendo más me asombraba: este tipo está chalado. Lascivo gallo, apático conejo casero, silvestre parrulo, gramíneas mujeres, jocundas verduleras, nobles panaderas, carniceras gentiles, y luego ... luego reclama el voto para las elecciones municipales de A Coruña.
Firma: Picadillo. ¡Acabáramos, mira quién era!. Ya todo encaja. Sólo un personaje tan peculiar podría atreverse a rematar su petición de voto con “¡Y vivan las centollas muertas! ¡Y vivan las gallinas ! ¡Y vivan los repollos! ¡Y viva la Plaza de abastos de la Coruña!”, animando además a las vendedoras de la Plaza –las mujeres no tenían derecho al sufragio- a utilizar la zoca para convencer a los varones de que era el mejor candidato, de que “un concejal más precioso que yo no lo habéis de tener aunque viváis cien años”.
Estamos ante el mundo de las vendedoras de productos del campo y del mar recogido con la particular prosa del cocinero gallego más famoso: el coruñés Manuel María de Puga y Parga, alias Picadillo, cuyo libro La Cocina Práctica de 1905 sigue a la venta. Como casi 100 años después estamos en campaña para elegir concejales, pues me pareció oportuno mostrar cómo se las gastaba este hombre para ganar votos. Salió elegido. Política de mercado, hoy políticamente incorrecta, desde luego.
Y que Puga conocía en la práctica y de verdad lo que salía de sus recetas queda bien a la vista en la siguiente foto. Todo un personaje.
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