7 de junio de 2011

La Granja Avícola de Monteporreiro

Monteporreiro está a corta distancia de la ciudad de Pontevedra, a orillas del río Lérez. El nombre suena a remoto, a lugar frío y apartado quizás frecuentado por consumidores de cannabis, pero nada más lejos de la realidad porque se trata de un lugar de clima agradable que para la historia agraria gallega está asociado a la importante granja establecida allí por un empresario nacido en Galicia que hizo fortuna en América, Casimiro Gómez Cobas.

Quiero aclarar, antes de nada, que el término ‘granja’ nunca se ha usado en Galicia para designar la explotación agraria tradicional, ni la campesina ni la de los propietarios importantes. Los monasterios llamaban así a aquellas haciendas en las que los propios monjes ejercían o dirigían el cultivo, pero granja nunca fue aplicado a la casa de labranza o al pazo. Tampoco tuvo uso el término quinta y no digamos estancia, como las que nuestro protagonista poseyó en Argentina. Y la palabra finca fue adoptada por algunos empresarios agrarios, pero en su uso más frecuente significa leira en gallego, y una leira no es más que una parcela de cultivo, no una explotación agraria.

Granja suena a lo que la Real Academia define como “Finca dedicada a la cría de animales” pero al gallego de a pie le suena más bien a ganadería industrial, a naves en las que se crían cerdos y pollos o se producen huevos. Es una palabra que no se asocia al labrador que cultiva diferentes plantas y que cría distintos tipos de animales, sino a un ganadero especializado. Por eso siempre tuve problemas para traducir farm o farmer y que mis alumnos no pensasen en pollos y huevos o en vacas y terneros. Líos terminológicos que hay que tomar en cuenta para no liarse.

Acá tenemos un mapa en el que se ve la ubicación de Monteporreiro, muy cerca de Pontevedra.


 
Monteporreiro era un monte de aprovechamiento comunal que después de varias vicisitudes –que relataré al final- acabó siendo adquirido en 1900 por el ya citado Casimiro Gómez, nacido en Viascón (Cotobade) en 1854 y fallecido en Vigo en 1940.


En 2009 ha salido a la luz una biografía del mismo, escrita por Graciela Blanco, en el volumen Empresarios de Galicia 2, promovido por Fundación CaixaGalicia y coordinado por Xoán Carmona.

Su padre Benito era labrador pero también ejercía de carpintero y su abuelo paterno Francisco Gómez figura en tiempos del Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII, como arriero-comerciante con recua de cinco mulas de carga.

Catastro de Ensenada. Viascón (Cotobade)
Casimiro emigró muy joven, se estableció en Argentina, y no tardó en convertirse en importante industrial del cuero y en gran hacendado agrícola y ganadero. Con sus negocios bien establecidos allá, decidió emprender nuevos negocios y actividades en su Galicia de origen, y escogió como emplazamiento Monteporreiro, a poco más de 10 kms de su aldea natal.

Allí montó balneario y embotelladora de agua mineral –Aguas del Lérez-, edificó la Villa Buenos Aires y dedicó también gran parte del extenso terreno a granja para cultivo y cría de ganado. Y digo extenso pensando en lo que era habitual en Galicia, porque las 70 hectáreas de Monteporreiro eran una minucia, algo liliputiense, comparado con lo que Casimiro López poseía en Argentina. La sede bonaerense de su firma ocupaba 20 hectáreas, y su estancia La Nacional en la provincia de Córdoba 25.000; en la de San Luis poseía otras tres haciendas, que superaban en total las 60.000 hectáreas.

En sus primeros 25 años, hasta mediados de los años 1920, la finca tuvo un uso mixto como villa residencial, con balneario y fábrica de aguas minerales, y con explotación agrícola, ganadera y forestal. A su negocio balneario y de aguas minerales ha dedicado un libro Xosé Manuel Pereira, publicado en 2010 por la Diputación de Pontevedra, y titulado El balneario del Lérez. La aventura termal de Casimiro Gómez. El mismo autor ha publicado una breve biografía de nuestro personaje. Ahí va un anuncio curioso sobre las bondades de las aguas de Lérez, las más 'radiactivas' y con 'diez mil voltios hora por litro'.

1908

Numerosas crónicas periodísticas reflejaron la abundancia de actos que se celebraban en la villa Buenos Aires, con asistencia de la alta sociedad.

1911
Y también dieron cuenta de las múltiples iniciativas filantrópicas de nuestro protagonista, fuese para construir centros educativos y de asistencia sanitaria o bien para ceder dos hectáreas de terreno para una estación de piscicultura.

Pero mi propósito es mostrar la faceta de explotación agropecuaria y de ‘granja modelo’ de Monteporreiro. En sus estancias argentinas Casimiro había introducido razas selectas de vacuno y de otras especies, y envió ejemplares reproductores a su finca pontevedresa para contribuir a la mejora ganadera de su tierra natal. De dichos envíos –con escala en Barcelona- dejó constancia la prensa, tal como se comprueba en una noticia de julio de 1904:

Ganadería gallega.- Procedente de Buenos Aires se recibió en Pontevedra el ganado que envía el entusiasta gallego D. Casimiro Gómez y que llamó la atención en Barcelona donde fue visto y admirado (...) Componen el envío ocho magníficos caballos, dos toros, ocho terneras y cuatro carneros, los cuales serán trasladados a su quinta Monte Porreiro. Pertenece este ganado a las mejores razas y los manda el Sr. Gómez con destino a la reproducción para mejorar la ganadería regional. Proponiéndose hacer nuevos envíos de reproductores.”

Monteporreiro se convirtió así no sólo en balneario y residencia del ‘opulento’ hombre de negocios, sino también en una especie de centro de difusión de innovaciones en asuntos agrícolas y ganaderos. Algo semejante a una ‘granja modelo’. No era del Estado y, como veremos, aspiraba a ganar dinero, pero Casimiro Gómez deseaba que la Granja aportase su grano de arena a la causa del progreso agrario gallego.

Es a partir de 1925, tras la muerte de su cuñado José Palmés y con Casimiro establecido en Galicia ya con 70 años, cuando se aprecia que Monteporreiro se orienta a granja avícola, sin por ello abandonar otras actividades ganaderas. Un anuncio de 1927 revela claramente dicha especialización.

1927

Atención, fijémonos, ¿era una granja que obtenía huevos y pollos destinados al consumo?. En absoluto. Su propósito era abastecer de gallinas ponedoras, de incubadoras e incluso de piensos a los que se dedicaban a producir huevos y aves. Era una proveedora de insumos a los avicultores. Se ofrecen incubadoras Buckeye, de fabricación norteamericana; harinas de pescado Atlantic, que eran importadas pero no sé de qué país; y aves de todo tipo: gallinas, ocas, gansos, pavos y hasta ... ¡patos mudos!.

Hay que tener en cuenta que en los años 1920 la avicultura gallega había cogido vuelo. Huevos y carne de ave eran cada vez más demandados en las regiones más prósperas y urbanizadas de España, y España era muy deficitaria en ambos productos. En una noticia de noviembre de 1917, ante las protestas surgidas en A Coruña por la escasez de huevos y por su elevado precio, los comercializadores alegaban que “la exportación [a otras regiones de España] no es de ahora; solamente que aumentó desde la guerra europea, al faltar los huevos que venían de Marsella y de África.

La 1ª Guerra Mundial había dificultado las importaciones, y los envíos de huevos gallegos por ferrocarril a Barcelona y otras ciudades se habían multiplicado. Al igual que los precios. Según mis propios cálculos, el precio de los huevos en el mercado de Lugo pasó de 1,5 pesetas por kilo en 1910-11 a casi 2 en 1915-16, y luego a 2,6 pesetas en 1919; 3,5 en 1920 y 3,7 en 1921.

La avicultura familiar campesina era la responsable del aumento de la oferta. Rof Codina estimaba en 1923 que la producción gallega era de 450 millones de huevos, un cálculo aproximado basado en tres supuestos: que eran 300.000 las familias con gallinero, que cada uno de éstos contaba con 15 gallinas, y que cada gallina ponía 100 huevos anuales.

Desde años atrás los expertos en la materia venían insistiendo en la necesidad de mejorar la avicultura. Mejores instalaciones y métodos de cría y, sobre todo, razas de gallinas seleccionadas. Tal era el papel que quería desempeñar la granja de Monteporreiro, pero no su único objetivo, pues también se esforzaba en introducir y aclimatar variedades más productivas de cerdos, conejos o vacas.


Monteporreiro. Anuncio de 1929

Vemos que la Granja ofrece Conejos Gigantes, cerdos Large White y vacuno holandés, además de presumir de los distintos premios recibidos en exposiciones y concursos. Un reportaje sobre el funcionamiento de la Granja y las ideas de Casimiro vio la luz en el diario El Pueblo Gallego en 1931.
 
La Granja de Monteporreiro. Escribir algo de Pontevedra, en el orden de los grandes negocios y no ocuparse de esta Granja, es imposible. Es una empresa a la que dio cima, tras grandes dispendios y sacrificios, su propietario Excelentísimo señor don Casimiro Gómez Cobas, cuya personalidad no vamos ahora a describir por ser sobradamente conocida: su nombre va unido a cuantos negocios suponen algo en nuestra región. (...) Conocedor el señor Gómez Cobas de nuestros deseos, amablemente y en compañía del administrador de la finca, don Francisco Hermida, verdadera autoridad en cuestiones avícolas, hemos empleado una tarde entera visitando la Granja Monteporreiro, quedando maravillados de la organización y criterio científico que allí impera para la reproducción, cría y selección de aves. Magníficos ejemplares de gallinas de las mejores razas: Leghorn blanca, Rhode Island roja, Wyandette, etc, etc., en cantidades asombrosas desfilaron ante nuestra vista, en modernísimos gallineros y en grandes parques.
De estas razas –según nos dijo el señor Hermida- se exportan no solamente huevos para la incubación, sino también polluelos y ejemplares adultos. Como detalle curioso, hemos de hacer constar que tanto las incubadoras de diversas capacidades como los ponederos, tolvas, bebederos y demás aparatos de la moderna industria avícola, son fabricados por personal especializado en estos trabajos, en talleres mecánicos de la Granja, cuya maquinaria es movida por energía eléctrica que igualmente se produce allí para estas y demás finalidades de la finca Monteporreiro. Fuimos informados igualmente por el señor Gómez Cobas de que los aparatos construidos en sus talleres no solo sirven para cubrir las necesidades de su industria avícola, sino que además son vendidos en toda España con la marca registrada ‘Royal’.
Otras grandes extensiones de terreno están destinadas con sus dependencias anexas a la cría de diferentes especies de ganado: admiramos magníficos ejemplares de vacuno ‘Frisia’, holandeses; de Large White (los mejores y más grandes del mundo según nuestros informes); conejos raza ‘Gigantes’, etc. Y por último visitamos también los departamentos especiales dedicados a la industria lechera, de cuyo producto salen grandes cantidades de la Granja Monteporreiro.
Antes de despedirnos del señor Gómez Cobas y su apoderado señor Hermida, en las oficinas de la administración, en las que descansamos un rato, vimos innumerables diplomas y otras distinciones con las que fue justamente recompensado el señor Gómez Cobas, en cuantas exposiciones y concursos presentó sus productos. El señor Gómez Cobas, gran enamorado de su industria, a la que dedica la mayor parte de su atención, nos decía contestando a ciertas aclaraciones que le pedimos y ya a punto de marchar: “Con los modernos procedimientos que, como usted ha visto, se emplean actualmente, cualquiera puede dedicarse a la avicultura. Los sistemas de alojamiento, alimentación, reproducción y crianza que aquí sigo y que han causado a usted tanta admiración, hacen que los pollos puedan desarrollarse con facilidad, evitándose las enfermedades que antes reinaban y aniquilaban los gallineros. Hoy la avicultura –siguen diciéndonos- puede practicarse empleando menos tiempo que hace años, y no dando apenas trabajo. Esto no quiere decir, claro está, que no deba prestársele la debida atención, pero con los sistemas modernos se facilita mucho la labor a realizar. El material de incubación que usted ha visto construir y funcionar, se confecciona con tal perfección que se obtienen muchísimos más pollos y se crían más fácilmente, sin tener, por otra parte, que prestarles continua vigilancia.
La avicultura –sigue indicándonos siempre con el mismo entusiasmo- es una industria lucrativa. No se puede hacer caso a los que digan que se pierde dinero criando gallinas. No es cierto el refrán de que ‘ave de pico, no hace al amo rico’. Forman legión los que se entusiasmaron anteriormente con la avicultura y hoy maldicen de ella, por haber fracasado ruidosamente, atribuyendo las causas del fracaso a lo poco lucrativa que es esta industria, cuando en realidad la única causa ha sido generalmente el empezar sobre bases y procedimientos equivocados. Puede usted asegurar –dice- que en la actualidad la avicultura es una de las industrias más lucrativas que existen, pero es preciso para ello salir de las rutinas antiguas, aplicándole todos los adelantos científicos modernos. Y puedo asegurar a usted también que existen miles de personas que ganan dinero dedicándose a la avicultura. (...)”.

Un texto que confirma lo ya señalado anteriormente: Monteporreiro ofrecía tanto material avícola como reproductores de porcino Large White o de ganado vacuno para leche. La principal novedad es que ahora la Granja fabrica sus propias incubadoras marca Royal. Veamos la imagen de una incubadora alemana de principios de siglo, y luego la versión que se manufacturaba en Monteporreiro.

Incubadora Sartorius (1909)


Después de este repaso a las actividades de la Granja Avícola de Monteporreiro, toca preguntarse en qué medida contribuyó al avance de la avicultura no ya gallega, sino pontevedresa, tanto en su faceta de proveedora de insumos como en la de granja modelo. No dispongo de datos sobre sus ventas de gallinas Leghorn o Rhode Island, o de incubadoras Royal. Pero los informes acerca del sector avícola de los años 1950 señalan que en Galicia seguía siendo muy mayoritaria la gallina campera y el gallinero tradicional.

El material avícola de Monteporreiro estaba orientado hacia los avicultores avanzados, dispuestos a especializarse y a invertir casi como empresarios. Fijémonos, sino, en las condiciones de venta que la Granja establecía en un anuncio de 1928. Pago anticipado, envíos por cuenta y riesgo del comprador y solo a estaciones ferroviarias, responsabilidad del comprador si fracasaba la incubación, etc.

1928

Son condiciones propias de los negocios entre empresas, no aptas para labradores. Y con el riesgo añadido de que el mal funcionamiento de los transportes provocase la rotura de los huevos o la muerte de los polluelos.

La otra faceta de Monteporreiro fue la de Granja Modelo, en colaboración con las Diputaciones gallegas. Un lugar al que podían acudir los interesados en ver con sus propios ojos los gallineros modernos, las gallinas de raza, las incubadoras. Un ejemplo de este tipo de visitas lo hallamos en una crónica de 1934.

1934

Trescientos agricultores dedican una hora a conocer la Granja. ¿Era éste el camino para que los avicultores domésticos pudiesen adquirir conocimiento práctico de las mejores técnicas en la cría de aves?. No creo. Era desde luego mejor que nada, quizás un buen escaparate, pero le faltaba el enfoque práctico imprescindible. No generaba el ‘efecto imitación’ que suele provocar el ver que un vecino tuyo, con tus mismos medios, consigue buenos resultados. Esta era la virtud del modelo cooperativo, cuya ausencia en la avicultura gallega tanto lamentaban los expertos, asunto del que escribiré en otra ocasión.

A destacar, además, que la Guerra Civil y la larga postguerra paralizaron los esfuerzos modernizadores. Cuando los alimentos básicos escasean para los humanos y todo se aprovecha, las gallinas tienen que conformarse con lo que picotean en el campo o con restos de tercera categoría. Que la falta de piensos era un obstáculo fundamental queda a la vista en el anuncio de la conservera de los López Valeiras, ofreciendo calcio molido para las aves. Es de 1939.
1939

Nada que ver este “super alimento a base de harina de cáscara de almejas y berberechos” con las citadas harinas Atlantic que distribuía Monteporreiro en los años 1920, descritas en un anuncio de 1925 del siguiente modo:
1925

En octubre de 1940 fallece en Vigo Casimiro Gómez Cobas, un mal momento para recibir los aplausos que bien merecía, reservados entonces casi en exclusiva a los héroes de la Guerra Civil. La Granja de Monteporreiro se mantuvo en funcionamiento, pero muy alicaída; eran malos tiempos para la lírica y ... para la avicultura.

Granja Monteporreiro, anuncio de 1946

Ignoro qué fue de ella en las décadas siguientes. Pero sí es bien conocido que el despegue definitivo de la avicultura gallega no tuvo lugar hasta los años 1960, un despegue en el que las Cooperativas Orensanas (COREN) alcanzaron gran protagonismo. De un indiano millonario en solitario pasamos a una Cooperativa oficial que disponía de una Caja Rural y era dirigida por un maestro rural: Eulogio Gómez Franqueira. Con la participación inicial de una empresa multinacional, Swift, una de las grandes norteamericanas del sector. Ahora sí, cuarenta años después de los esfuerzos de Monteporreiro, los gallineros domésticos dejaron paso a las granjas.

Monteporreiro, de monte comunal a finca particular

Monteporreiro era un monte de aprovechamiento comunal que fue vendido por el Estado al amparo de la ley de desamortización de 1855. Aclaremos que las leyes desamortizadoras fueron promulgadas por los gobiernos liberales con el fin de colocar en el mercado grandes extensiones de terreno que estaban en ‘manos muertas’. Eran propiedades pertenecientes a la Iglesia, a los Concejos y a otras instituciones que se limitaban a arrendarlas, y que no las vendían para evitar la disminución de su patrimonio, de sus futuras fuentes de ingresos.

Los políticos y economistas liberales sostenían, por el contrario, que el progreso de la agricultura sólo sería posible si se conseguía que la tierra pudiese cambiar de manos, ser vendida libremente a quienes tuviesen mejores medios e ideas para obtener el máximo rendimiento de las mismas, a los más ‘vivos’. Y con este fin, el de que las ‘manos vivas’ reemplazasen en la explotación de las tierras a las ‘manos muertas’, se expropiaron las de los monasterios –desamortización de Mendizábal- y las de los Concejos y otras instituciones –desamortización de Madoz-.

En Galicia eran pocos los Concejos con bienes territoriales, pero sí existían muchos montes comunales, en ‘mano común’, montes que explotaban las comunidades de vecinos para alimentar al ganado, para obtener toxo y otras plantas usadas en la obtención de estiércol, para disponer de leña y madera, etc. Este era el caso de Monteporreiro, cuyo aprovechamiento correspondía a los vecinos de Mourente (Pontevedra).

Sabemos, por el Catastro de Ensenada, que abarcaba en conjunto casi 60 hectáreas (882 ferrados), y que una parte importante de su superficie estaba plantada con robles [carballos]. La tabla adjunta procede del libro de Xosé Carlos Morgade titulado As Devesas Reais da parroquia de Mourente (Concello de Pontevedra 2003).



No sé por qué razones, pero Monteporreiro fue expropiado y vendido, al revés de lo sucedido con buena parte de los montes en ‘mano común’ de Galicia, que se salvaron de la desamortización y ahí siguen, unos repletos de pinos y eucaliptos, otros arrendados a ganaderos y a firmas vitícolas, y otros, cada vez más, repoblados con generadores eólicos de electricidad.

El caso es que Monteporreiro pasó en primera instancia a manos de un particular, Joaquín Baeza Nieto, abogado natural de Tenerife que vivía en Pontevedra tras haberse casado con Isabel Sarabia Pardo y Osorio. Fue diputado, senador, gobernador en varias provincias, director de la Gaceta de Madrid, y no tuvo nada que ver con el mundo empresarial o con la agricultura.
Joaquín Baeza (1855)

Al igual que otros compradores de montes con arbolado, su interés no fue establecer en él una explotación agraria o forestal, sino vender rápidamente los árboles existentes, castaños y robles. Un caso frecuente en la desamortización: los terrenos dejaron de pertenecer a las ‘manos muertas’ –o a la mano común, muy denostada por los liberales frente a la mano privada- y fueron a parar a manos ‘muy vivas’, a espabilados y especuladores.

Pero el diputado Joaquín Baeza se encontró con la oposición de los vecinos a las cortas del arbolado y en 1861 reclamaba contra ellos. Diez años atrás dichos vecinos ya se habían opuesto a que su monte comunal se convirtiese en ‘dehesa real’, en terreno para plantar árboles con destino a madera para los navíos de la Armada (Morgade 2003, p.121). Así que este primer propietario particular de Monteporreiro no lo tuvo fácil, y se vio obligado a subastar la finca en 1867. Nadie pujó por ella y decidió ... rifarla, con escasos resultados. Confieso que cuando descubrí esto de la rifa me quedé ... con los ojos a cuadros.

Menos mal que, al final, Monteporreiro llegó a buenas manos.

1 comentario:

  1. ole me gusto la historia vivo alli hace 31 años,vi alguna ruina de la granja un palomar fuentes con grandes palmeras todo tipo de frutas por eso me gusta la historia de monteporreiro

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