Fiestas de Verano en Ribeira, de finales de julio a principios de agosto. Muy razonable, qué bien, cuando hace mejor tiempo. Feria y fiestas de San Froilán en Lugo, primera quincena de octubre; As San Lucas de Mondoñedo, mediados de octubre, ya hace frío y llueve. Feiras de Santos, donde sea, principios de noviembre. Más frío y más lluvia. ¿A quién se le ocurrió ponerlas tan tarde, tan de llevar paraguas?.
Bien, perdón por esta pregunta un poco tonta, pero está claro que las fiestas de verano de Ribeira fueron creadas pensando en disfrutar del buen tiempo y atraer turistas y que las otras vienen de tradiciones rurales, de los condicionantes que el calendario de las tareas del campo imponían a labradores y ganaderos. En agosto y en septiembre el agricultor tiene mucho trabajo, las cosechas del cereal o las vendimias. Concluida la faena, recogidos los frutos, engordado el ganado, es cuando disponía de más tiempo para hacer sus compras y sus ventas.
De ahí que en octubre y noviembre estuviese más dispuesto a acudir a estas ferias de otoño para negociar, sí, pero también para disfrutar del encuentro con los conocidos, con los amigos y con las novedades o las viejas historias. Para comer y beber.
Todo esto creo que se recoge muy bien en las dos crónicas reproducidas más abajo. Una de ellas es la realizada por Eduardo Lence Guitián, escritor de Mondoñedo que nos cuenta su visita en 1904 a la feria de Santos –1º de noviembre- en Gontán (Abadín). La otra está firmada por Antonio Fernández Tafall, santiagués, y en ella recuerda la feria de San Martiño -11 de noviembre- en Osebe (Teo) de los tiempos de su juventud, a fines del siglo XIX. Ambas pertenecían a la categoría de feiras de ano, ferias con carácter especial de periodicidad anual, y la de Osebe era además feria de ganado equino y mular, semejante a las San Lucas mindonienses.
17-11-1904 |
11-11-1932 |
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